La violencia familiar es un flagelo que parece no tener fin y al que sólo lo puede frenar la toma de conciencia, objetivo tan difícil y lento de alcanzar. Fácil de decir pero complicado de ponerlo en práctica, sobre todo, cuando la violencia está naturalizada.

Considerar al otro, respetarlo, no causar daño a quien en un momento fue elegido para compartir sueños y proyectos. Todo eso que fue bueno en algún momento parece pasar de un “golpe” al olvido.
Los cambios de conducta y las formas de relacionarse entre las personas son los más difíciles de lograr. Pero no imposibles.

Es una problemática que no respeta edades, niveles de instrucción ni condición social. Es transversal. Duele igual pero en muchos casos golpea más fuerte. Es más humillante.

Tal vez la única diferencia se encuentre en que las mujeres que la luchan para llevar un mango a la casa porque hay hijos que alimentar salen con moretón y todo a la calle. En cambio, las de niveles de mayor poder adquisitivo puedan quedarse en casa hasta que la marca desaparezca o la puedan maquillar. Pero el dolor está en todas latente.

Hace uno días desde el Poder Judicial se informó que más de la mitad de las causas que ingresan al fuero de Familia son por casos de violencia.

Detalló que el año pasado sumaron 19.659 los expedientes tramitados en esa área judicial de Río Negro y que el 59% de esos ingresos -11.663- correspondieron a casos de violencia familiar y de género. A esa cantidad se le sumaron las 8.407 denuncias radicadas en los juzgados de Paz, lo que representa un total de 20.070 casos.

UNIDAD DEL ZATTI

En tanto en Viedma, en la Unidad de Prevención y Atención a la Violencia Intrafamiliar que hace más de 30 años funciona en el hospital Zatti no se observa un aumento de casos en lo que va de este año pero si una mayor complejidad de la demanda.

Este servicio -único en los hospitales rionegrinos- no sólo atiende a las mujeres que golpean esa puerta sino también al hombre violento que es derivado por la Justicia.

La mayor complejidad que se observa está más que nunca vinculada a la situación económica, a la falta de trabajo, vivienda, cuota alimentaria, según detalló Eugenia Castro, a cargo de esa unidad del Zatti.

Agregó que el año pasado registraron 138 admisiones nuevas (consultas por primera vez) y 16 readmisiones vinculadas a un episodio nuevo al ya planteado o hechos de violencia con otra pareja.

Además siempre se mantiene una mayoría de consultas de parte de las mujeres que hoy suman 46 y 14 hombres. Las edades en general y en ambos sexos se encuentran entre los 20 y 40 años, mientras que es poco frecuente la demanda de adultos mayores con excepción de alguna mujer que recurre, en el marco de la segunda tanda de crianza: sus nietos.

Los varones son derivados por la Justicia producto de alguna causa en las que se encuentran involucrados. Llegan obligados y nada conformes por la pérdida de un día de trabajo, enojados, minizando la situación y con una gran resistencia difícil de aflojar para empezar a aceptar la realidad que los llevó hasta ese lugar que busca -nada más ni nada menos- que “construir para no repetir hechos de violencia que tanto daño causan al otro”.

CURVA EN ASCENSO

El informe judicial arriba mencionado añadió que el aumento en las causas por violencia familiar y de género mantiene una curva en ascenso en los juzgados de Familia en los últimos cinco años, sin contar las denuncias ante los juzgados de Paz.

En función de esta realidad, el Superior Tribunal de Justicia, aprobó una serie de políticas públicas para abordar el flagelo.

No solo reforzó el fuero de Familia con la creación de nuevos juzgados y secretarías, sino que implementó un cambio de modelo en la gestión. También promovió la sanción de un Código Procesal del fuero de Familia propio, en sintonía con los cambios de paradigmas y la vigencia del Código Civil y Comercial de la Nación desde 2015, entre otras medidas.